Vacuna Social




por Eduardo Rodas
3 de abril, 2020

“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas” nos dijo el Dr. Ramón Carrillo.

La Vacuna Social la propuso el Dr. Alberto Marengo hace ya muchos años. Tito Marengo, para sus conocidos y amigos, es un Médico Sanitarista argentino de larga y trascendente trayectoria que como muchos otros en nuestro país no fue ni es escuchado por las autoridades políticas de todos los tiempos. Graduado de Médico en la Universidad de Buenos Aires en 1965, es especialista en Higiene y Medicina Laboral, Diplomado en Organización y Administración Hospitalaria, especialista en Clínica Médica y entre otras funciones que cumplió fue responsable del Area de Atención Primaria de la Salud y del Programa Materno Infantil de la Región Sanitaria V de la Provincia de Buenos Aires (Pcia. De Bs As.), Subsecretario de Salud de los municipios de Gral. San Martín y de Tigre en el Conurbano bonaerense, Director del Hospital Regional Diego Paroissien en La Matanza, Pcia de Bs. As., Director del Hospital Manuel Belgrano en Villa Zagala, en el municipio de Gral. San Martín, Becario de la Oficina Panamericana de la Salud en el Curso de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades Transmisibles en Venezuela, y Fellow del programa Eisenhower Exchange Fellowship en Philadelphia, EE.UU. Consultor en proyectos de mejora y fortalecimiento en hospitales de nuestro país y del extranjero y docente en numerosas universidades y autor de múltiples trabajos científicos y de divulgación publicados en medios nacionales e internacionales.


Tito Marengo nos dice que la Vacuna Social “es la aplicación a un ámbito geográfico-poblacional, de una organización solidaria dirigida a satisfacer necesidades básicas de la comunidad con su participación protagónica en todo el proceso de planificación, programación, ejecución y evaluación de actividades y resultados.

Debe estar integrada por instituciones y personas sin fines ni procedimientos hegemónicos. Es antiburocrática y se convoca alrededor de riesgos o daños detectados, para atacarlos con medios propios o asociados a organismos gubernamentales o no gubernamentales”.

Lo creativo de esta Vacuna Social es que genera “anticuerpos sociales” que se activan ante estímulos agresores provenientes del medio biológico, físico o social y que tienden a perdurar a pesar de los cambios políticos o de poder ya que se origina en el propio sustrato donde actúa, que es la misma comunidad.

Sólo así, y en forma definitiva se pueden combatir los grupos de causas y efectos de procesos tales como el cólera, el SIDA, el dengue, accidentes, violencias, etc. que tienen origen en fallas del sistema social.

Y cuánto necesitaríamos hoy, en el 2020, contar con esta vacuna social para enfrentar al virus SARS-Co-V2 que provoca la enfermedad COVID 19 que se transformó en pocos días en una pandemia a nivel mundial.

El santiagueño Ramón Carrillo decidió dedicarse a atacar las causas de las enfermedades  bajo una concepción ideológica que privilegiaba lo social sobre las meras causas biológicas a partir de1946.

Se recibió como médico en la Universidad de Buenos Aires en 1929 y obtuvo la Medalla de Oro al mejor alumno de su promoción. Desde estudiante se inclinó hacia la neurología y la neurocirugía colaborando con eminentes neurocirujanos de la época con quienes realizó sus primeros trabajos científicos. Obtuvo una beca universitaria para perfeccionarse en Europa donde trabajó e investigó junto a los mas destacados especialistas del mundo.

Entre 1930 y 1945 produjo valiosas investigaciones originales sobre las células cerebrales y los métodos para teñirlas y aportó nuevas técnicas de diagnóstico neurológico como la yodoventriculografía (inyección de sustancia de contraste en el cerebro) y la tomoelectroencefalografía que hoy podría ser considerado como un método precursor de la tomografía cerebral. Describió en detalle las esclerosis cerebrales y reclasificó histológicamente los tumores cerebrales.

Fue Profesor Titular de la Cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y formó una escuela de talentosos discípulos: entre otros los Dres. German Hugo Dickmann, Daniel Nijensohn, Raúl Carrea, Fernando Knesevich, Lorenzo Amezúa, Jorge Cohen, Jacobo y León Zimman, Rogelio Driollet Laspiur, Juan Carlos Christensen y Alberto Kaplan.

En 1939 se hizo cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central en Buenos Aires. Este empleo le permitió conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Allí pudo tomar contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar que provenían de toda la Argentina y pudo comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza. Realizó estudios estadísticos que demostraban que el país sólo contaba con el 45 % de las camas necesarias y que además estaban distribuidas de manera desigual. Los recuerdos de su provincia natal lo enfrentaron con la realidad que mostraba el estado de postergación en el cual se encontraba gran parte del interior argentino.


En el Hospital Militar conoce al Coronel Juan Domingo Perón con quien compartía largas conversaciones. Y es precisamente el coronel quien convence a Ramón Carrillo para colaborar en la planificación sanitaria del gobierno que asume en 1943 en reemplazo de Ramón S. Castillo y que tuvo sucesivamente tres presidentes, Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell. En 1946 Perón llega a la presidencia por vía democrática y confirmó al Dr. Ramón Carrillo al frente de la Secretaría de Salud Pública, que el 17 de marzo de1949 se transformó en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación. Fue Ministro hasta el 22 de julio de 1954.


Al frente de esa cartera el Dr. Carrillo llevó a cabo acciones sin paragón hasta nuestros días. Aumentó el número de camas existentes en el país, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954. Hoy tenemos 160.000 camas en todo el país. Erradicó en sólo dos años enfermedades endémicas como el paludismo con campañas sumamente agresivas; hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas, en la actualidad recurrentes entre nosotros. Creó 234 hospitales y policlínicos gratuitos, disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000. Terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis. Y Redujo drásticamente el índice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil. Organiza, en síntesis, la medicina social.

Todo esto dando prioritaria importancia al desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, a conceptos como los de centralización normativa y descentralización ejecutiva.

Se carteaba con Norbert Wiener, un matemático estadounidense conocido como el fundador de la cibernética (ciencia de la comunicación y el control en los seres vivos y en las máquinas) quien acuñó ese término con la publicación de su libro Cibernética en 1948. Carrillo la aplicó al arte de gobernar y le puso el nombre de cibernología, creando el Instituto de la Cibernología o Planeamiento Estratégico en 1951.

El legado mas importante que nos dejó el Dr. Ramón Carrillo fueron las ideas, los principios y fundamentos que acompañaron su accionar. Nos dijo: “Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría. Sólo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo”

El Dr. Ramón Carrillo falleció a los 50 años, pobre, enfermo y exiliado en Belem do Pará, ciudad del norte de Brasil el 20 de diciembre de 1956.

Frente a la Vacuna Social los microbios son pobres causas como enfermedad.


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