Cuentos y Recuerdos
Publicaciones: recorra la página hacia abajo
Nostalgias. Dr. Jorge Iza
Qué era ser Practicante. Dr. Jorge Iza
Patudos entre sampanes. Dr. Jorge Iza
Día lluvioso, frío. Dr. Jorge Iza
La radio. Dr. Eduardo Rodas
Estudiantes y el bar. Dr. Jorge Iza
Vamos Patria. Dr. Roberto Pittaluga
............................................................................
Se
utilizaba suero antipiógeno y antitetánico con reacciones varias.
A
la actualidad muchos cambios se han dado para bien y yo los viví incorporando gradualmente
a través de los años todos los adelantos y cambios.
Tengo
90 años y medio. Mis recuerdos siguen presentes gracias a Dios que lo hace
posible. Mucho me agradaría encontrarme con un par de colegas de esos
tiempos para recordar, apreciar, valorar y evaluar tantos cambios
transcendentes.
Muchos
se agolpan en mi memoria abruptamente y sin más tiempo dan lugar a otros más actuales,
pero a mi entender los antiguos son los que me traen las mejores
emociones al por mayor de la juventud bohemia.
Lo
más importante siempre fue el enfermo, y operar bien, todo un placer. Que
tenía que salir bien y casi siempre sin contar con todo lo necesario por
lo cual había que improvisar con los elementos accesibles y en urgencias
con el solo propósito a veces de salvar una vida y de lograrlo era colmar
todos, pero todos los deseos.
Indudablemente
que para enfrentar los escenarios propuestos por las urgencias en esos tiempos
se necesitaba tener las tres C: Capacidad, Coraje y Conciencia.
Cualidades
fundamentales que alimentaron nuestros deseos de aprender y servir.
Dr. Jorge
Iza
Cirujano
Por el Dr. Jorge Iza
Médico cirujano
Me sugirieron que relate algo de mi vida como médico la cual abunda en recuerdos.
Pero me parece mejor comenzar por el principio, que fue muy intenso y divertido como practicante, con 23 años de edad, en la guardia de mi querido Hospital Ignacio Pirovano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ingresé como el último a la guardia con la categoría de perro, impecable ambo blanco confeccionado por mamá, excelente modista, y como si fuera poco en el bolsillo superior el monograma con mis iniciales bordadas a mano por una tía. Y para completar, un guardapolvo de marca, de medicina de urgencia donde sólo se veía el nombre.
Sin embargo todos los que se dirigían a mí me decían “doctor” (enfermeras pacientes, empleados, etc.).
Qué tiempos aquéllos. Las guardias estaban constituidas por un jefe médico, un asistente médico, un practicante mayor no médico, 2 practicantes menores, 2 externos y 2 o 3 perros iniciados.
Inolvidable ese primer día
Corría el año 1954. Sólo mirar y preguntar mucho. Llegando la noche pasó lo que ya sabía por mi hermano Aníbal, quien era practicante menor de otra guardia. El bautismo era toda una tradición. Sin él no eras aceptado. Toda una hermosa e inimaginable parodia: se constituía un jurado y al reo, el perro, se le asignaba un defensor. Los cargos eran tan graves como por ejemplo no haberle hecho la venia al practicante mayor. El defensor ante tantas faltas retiraba la defensa. El jurado pasaba a deliberar y… agarrate….
Me dijeron que me saque la ropa y que baile, y después que así nomás vaya a comprar helados en frente. Despacio enfilé hacia la puerta de salida del pabellón con la convicción de que solo anestesiado iba a salir. Pero el practicante mayor con un grito dijo: “pará”. Me hizo volver y me pregunta si estaba decidido a salir. “Por supuesto” le contesté. Si decía lo contrario seguro me dejaban semidesnudo en Juramento y Cabildo como a mi hermano. “Muy bien ya sos de los nuestros” se dijo y así comenzó mi carrera como practicante.
Hermosos recuerdos inolvidables afloran a mi mente frecuentemente porque fueron intensos.
Que hermandad. No se me ocurre otro calificativo. Lleno de deseos de aprender acompañado siempre por todos los demás integrantes de la guardia sin distinción de categorías.
En tiempos cuando las recetas eran fórmulas magistrales, la anestesia general era éter con el aparato de Ombrédanne, alcohol yodado para todo. El bisturí Collins era afilado diariamente por la enfermera de quirófano con elementos que usaban también los peluqueros para afilar las navajas de afeitar. Por ello a partir de la piel se seguía todo a tijera.
Que tiempos !!!. Pasaron los años y no los olvido.
Los cambios posteriores fueron muchos y rápidos pero esos recuerdos de mi inicio, siguen vigentes hasta que la memoria me acompañe.
Creo que sin dudas una de las etapas más felices de mi vida fue durante el practicantado de medicina.
Infaltable la libreta en el bolsillo, llamada mataburro, donde estaban consignados los síntomas de los diversos cuadros clínicos y las fórmulas de las recetas magistrales, lástima no haberlos guardado.
No era fácil sin laboratorio, sin rayos. Sólo la semiología y la clínica del momento.
Remedios del ayer eran la belladona y el beleño, precursores de la Buscapina y el Sertal, la limonada Roger, bombones laxantes, té de tilo, sal inglesa, ferro quina, aceite de hígado de bacalao, aceite verde, ventosas, enemas tanto para evacuar como para retener con medicación, precursoras de los supositorios.
Recordando estas y muchas más cosas que viví, los hechos del pasado fluyen en catarata igual que las conquistas posteriores con todos sus adelantos hasta la actualidad.
Es fascinante poder recordar y comparar después de haber asistido a tantos cambios fenomenales. Parte de mi vida está en la bohemia de aquéllos inicios, los cuales fueron intensos y tengo el privilegio de recordarlos todos.
El llanto y la alegría se mezclan a mis 89 años.
Es la medicina que viví, que vivo y que viviré.
………………………………………………………………………………………….
El Dr. Jorge Iza fue mi Médico Interno como Jefe de Guardia de los días martes en el Hospital Ignacio Pirovano durante muchos años.
Intervino quirúrgicamente a mi padre y a mí mismo, cuando yo sólo tenía 25 años de edad. Me ha dado hasta ahora 46 años más de vida. Gracias a su vida, tengo mi vida. MUCHAS GRACIAS !!!!
Dr. Eduardo Rodas
........................................................................................
Patudos entre sampanes
Médico cirujano
Karina con aproximadamente 5 años confecciona unos muñecos patudos de unos 30 cm. de largo, rellenos con semillas de mijo y alpiste.
Me los da para que adorne mi biblioteca, lo cual
hice.
Llamaba la atención de mis pacientes quienes
al saber del origen sonreían complacientes.
Alejandro
con aproximados 7 años observaba y escuchaba participando a medias de todo esto.
Pero un buen día me pidió maderas y clavos.
No me resultó difícil llamar al carpintero vecino y
pedirle recortes de madera que mi hijo iría a buscar. Desde ya Alejandro
regresa con una bolsa repleta de pequeños recortes de las más variadas
formas.
Con una caja de clavos y martillo comienza Alex su
obra.
Era un aparato de unos 50 cm. lleno de maderas y
clavos.
Le pregunté que era y me dijo: “un barco”.
Ahora hay que pintarlo, le dije.
Salió corriendo a la librería a comprar las temperas
necesarias y de diversos colores.
Al día siguiente de regreso de la escuela Alex
pinta el prototipo de los más diversos colores y me lo da para ponerlo en
mi escritorio lo cual hice, acompañado y fiscalizado por él.
Quería competir con su hermanita.
Era un artefacto bastante grande de variadas formas
y multicolor que llamaba la atención sobremanera en un escritorio de médico.
La mayoría de los pacientes sabían el porqué
de esta existencia que aplaudían, pero llegó una paciente de primera vez que no
le quitó la vista mientras la interrogaba por el motivo de su consulta.
Tan absorta estaba que le pregunté si le gustaba. ¿”Qué
es?” preguntó.
Se me ocurrió contestarle que era una réplica de
un sampan chino que tenía propósitos curativos. Trasladaban a sus
enfermos por el río Yan Tse Kiang, rodeados de saumerios y
recitando oraciones con el propósito de curarlos.
“Que interesante”, respondió.
Lo compré en la feria de la plaza Dorrego en San
Telmo. ¿Usted lo compraría? …..
“Y …. no sé … cuánto lo pagó?”
Conteniendo mi risa le dije la verdad, lo cual causó
una sorpresiva sonrisa con admiración y alegría.
No sé cómo se me ocurrió esta explicación para
justificar la presencia de tremendo aparato, tan tosco y llamativo que lo tuve
largo tiempo porque Alejandro de tanto en tanto aparecía por el consultorio
para cerciorarse de que su obra estaba ahí.
Tiempo después advertí la presencia de
mosquitas y otros insectos en el lugar, y le pedí a la empleada que rocíe el
lugar con algún mata bichos.
No obstante seguían allí.
Al final advertí que todos salían de las patas de
los muñecos zancudos de Karinita llenos de abejorros que se alimentaban del relleno.
Final feliz.
Muñecos y sampan fueron a parar a una pira
ceremonial, la cual inventé con la presencia de los dos, que comprendieron que así espantábamos
a los demonios que estaban en ellos.
Todo esto ocurrió allá por el año 1970 y hoy con 88 años lo recuerdo tal cual.
........................................................................................
Día lluvioso, frío.
Médico cirujano
Día lluvioso, frío y destemplado en Pinamar en pleno verano:¿qué hacer?
¿Cómo entretener a Oti, nuestro nieto?
En minutos Karina le armó en el jardín el iglú playero al cual hubo que proteger cubriendo la entrada con plásticos, manteles, alfombras y algo más.
Para completar la escena, lluvia y viento. Los manteles tapando la entrada y Oti contento dentro del aliscafo.
Karina se va y me deja su lugar con todas las dificultades y las limitaciones de mis articulaciones.
Pude meterme en la burbuja y cantando bajo la lluvia Oti se durmió.
Y yo a su lado en el piso, me acomodé como pude en tan pequeño agujero.
Y a través de una abertura contemplé el ir y venir de las nubes cargadas.
Y pensé que detrás de ellas estaba Dios, que hizo posible que este momento fuera inolvidable para un abuelazo con su nieto dormido a su lado.
Después de una hora despertando a Oti y aplastando pequeñas hormigas que nos estaban invadiendo, con orden judicial por usurpación de domicilio, Don Esculapio me ayudó a salir con 88 años.
No fue fácil, pero con felicidad y alegría todo es posible.
...................................................................................................................................
La Radio
Por Eduardo Rodas
Como dijo Jorge Luis Borges: ¨A mí se me hace cuento que nació en 1920, la juzgo tan eterna como el agua y el aire”. Así es la Radio.
La radio, como el sol, previene la soledad y siempre está y sale al aire para todos.
Y nos ayuda a curar, como el agua, cuando necesitamos compañía.
Este es un homenaje de médicos a otros médicos: a LOS LOCOS DE LA AZOTEA.
Ellos eran Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, quienes fueron conocidos como “los locos de la azotea”, eran cuatro jóvenes del mundo de la medicina: el médico Enrique Susini, quien entonces tenía 25 años; y los otros tres, estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires: Miguel Mujica de 18, César Guerrico y Luis Romero Carranza de 22.
Además de la carrera que habían escogido los unía otra pasión: eran radioaficionados entusiastas y creativos que soñaban con una radiofonía al servicio de la cultura. En ese momento no imaginaban que la radio iba a transformarse en un verdadero fenómeno de masas. Curiosamente cuando recordemos a quienes introdujeron internet en el área de la salud veremos que también eran radioaficionados.
Las primeras palabras pronunciadas frente a un micrófono de radio en la Argentina fueron dichas por el médico Dr. Enrique Telémaco Susini y fueron las siguientes:
“Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, 'Parsifal', con la actuación del tenor Maestri, el barítono Aldo Rossi Morelli y la soprano argentina Sara César, todos con la orquesta del teatro Costanzi de Roma, dirigida por el maestro Félix von Weingarten”.
Eran las nueve de la noche del 27 de agosto de 1920. Y aunque esa primera transmisión en el país realizada desde la terraza del Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires sería escuchada por menos de 100 personas, marcaría un hito en la historia de la radiofonía mundial y cambiaría para siempre la vida cotidiana de los argentinos.
A ellos nuestro homenaje.
.....................................................................................................................................................
Por el Dr. Jorge Iza
Médico Cirujano
Este recuerdo comienza en el año 1951 cuando como alumno de primer año de Medicina comencé a frecuentarlo con otros estudiantes.
En la Av. Córdoba, justo frente al viejo hospital de Clínicas, repasábamos apuntes y láminas de anatomía de las últimas clases.
Salón angosto y largo adelante, llamado reservado, mesas con mantel rojo, separado con un tabique de madera oscura. Mesas chicas para 2 o 4 personas y a continuación muchas más mesas sin mantel desparramadas según convenga y ocupadas por lo general por estudiantes de Medicina de todas las edades.
Recordar este lugar sin el gallego Rodríguez, el mozo, no tendría mucha razón de ser. Las medialunas que no se consumían en el reservado nos las dejaba en nuestra mesa con una cariñosa sonrisa diciendo: “coman muchachos que tienen hambre”. Con 18 años y sólo un café con leche era poco para pasar el día, pero la plata no alcanzaba para más.
Las respuestas eran de todos los tonos. Bromas y agradecimientos. Nos divertíamos con él porque era un fenómeno de persona. Pasaron los años y siempre igual. Cuando íbamos nos siguió siempre favoreciendo.
Ya médico deje de concurrir por la Facultad. Mi dedicación estaba en el Hospital Pirovano y en el Hospital Sirio Libanés.
Pero sucedió algo maravilloso que hizo que este recuerdo sea inolvidable.
El 17 de marzo de 1968 a las 18.30 horas nació Karina, mi hija, en el Sanatorio Otamendi. Después de compartir tremenda felicidad con todos los míos quedamos solos. Irma me dice que tiene hambre y ahora dónde compraba algo para que comiera?.
En esos tiempos los sanatorios no tenían bufet y se había pasado la hora de comer en el sanatorio. Salí a la calle pensando que en los alrededores encontraría algún lugar donde comprar algo.
Pero domingo, y a esa hora, en esa zona difícil.
Crucé la Av. Córdoba con la intención de seguir hacia lo más céntrico y el histórico café estaba abierto.
Y con alegre sorpresa de mi parte el cariñoso Gallego estaba allí junto con otros empleados acomodando las mesas para el cierre. Me acerco a él y le digo: “Gallego todavía con la bandeja, no lo puedo creer, sos uno de los pocos que trabajando como vos no son dueños de algo. “Quién eres?”, me preguntó.
Pasaron muchos años vos me alimentaste, junto con otros compañeros que como a mí, no nos sobraba nada de plata. “Tú eres el turco” me dijo. Sobrenombre que acompaña mi vida por mi ascendencia libanesa. “Y qué haces por aquí a estas horas?”.
Mi mujer acababa de traer a la vida a nuestro segundo hijo. Una hermosa nena que completa toda mi ambición como padre. Todo anduvo muy bien, un parto normal felizmente, y como la mama tiene apetito salí a comprar algo. Todo cerrado y ustedes cerrando, te ví y entré. El querido gallego se pasó detrás del mostrador y comenzó a poner en un envoltorio huevos duros, chips, sandwiches de miga, 2 copas y una botella de vino. “No te preocupes en devolverlas, llevátelas de recuerdo”.
Grande fue mi exclamación de alegría. “Sos el dueño. Cuánto me alegro!”.
Te lo ganaste trabajando y bien, como muchos de tus paisanos que hoy son pacientes míos en el barrio de Villa Urquiza. Rodeado de todos los presentes aproveché para contarles mi recuerdo que lleva el agradecimiento eterno para un buen hombre y el recuerdo de ese lugar donde pase parte de mi juventud. Pasaron muchos años y cuando ocasionalmente paso por ahí se me escapa un lagrimón.
.....................................................................................................................................................
Vive mi patria inmersa en el olvido
de sus hijos pródigos que jamás lo fueron
sordos, mudos y voluntarios ciegos
que le impiden cumplir con su destino
Burócratas del papel, parasitarios;
salvadores de la patria, uniformados;
dictadores totalitarios, pies de barro;
demagogos populistas, estrafalarios
energúmenos, violentos, patoteros,
dogmáticos recalcitrantes, mercenarios.
Ni que hablar de la Banca, usurera
y los "grandes grupos económicos"
constituyeron la Patria Financiera
y de la Patria no dejan ni el escombro
Todos ellos, a lo largo de la historia
dijeron protegerla,
todos con sus actos la insultaron,
muchos la vendieron al extraño;
y aún sigue de pie, entera y aguantando
Sin embargo surgirá algún día
de entre esos escombros financieros
sustentada en los huesos de Malvinas
y el espíritu pujante de su pueblo
Porque tenemos un futuro por delante
porque después de toda noche viene el día,
por nuestros hijos, por la dignidad perdida,
en DEMOCRACIA, con fe, respeto y valentía
te pido sepas escuchar mi corazón, cuando te grita
VAMOS PATRIA, NO TE ACHIQUES TODAVÍA
Roberto R. Pittaluga
01-03-1983
........................................................................................
Hola Eduardo ,recuerdo especial con el Dr Iza,de guardia en el Hospital Sirio Libanés,un viernes por la tarde ,practicante mayor Carlos Ahualli,practicamte menor yo,pacien te en box de guardia ,dolor de pecho,hombre de mediana edad,subitamente paro cardíaco ,no reaccionó a las maniobras habituales con desición toracotomía en la camilla ,y como su mano era muy grande y la mía tambien ,le dijo a Carlitos,introducí tu mano y masajeá,quedamos atonitos ante el hecho consumado y desubrimos un gran cirujano !!!! Saludos a vos y tambien al Dr isa!!!
ResponderBorrar