EL BARRILETE VEDE
Por el Dr. Jorge Iza
19 de julio, 2020
Médico Cirujano General
del Hospital Pirovano
desde 1957
¿Qué hacer para sorprender a mi nieto que está creciendo rodeado de juguetes comprados de los más diversos y variados?.
Rememorando mi infancia a la cual me lleva él con sólo verlo, decidí hacerle un barrilete. Afloraron a mi mente recuerdos inolvidables: las cañas de algún vecino, papel de diario, hilo de alguna carpeta vieja tejida por la abuela con hilo macramé y como pegamento engrudo de harina y agua.
Se remontaba por la calle, las casas eran bajas. Reminiscencias que llevan a pensar en el barrilete para Octavio quien es chico todavía, cerca de los 2 años, pero mis tiempos son otros. Consideré deslumbrarlo con algo hecho por mí.
Conseguí las cañas indicadas que no alcanzaron, por eso lo hice hexagonal y de color verde. Una de las primeras palabras pronunciadas por OTI referidas al color. No se le escapaba nada de este color repitiendo con énfasis “e vede” y por ello elegí este color.
Compré el papel, el hilo y el pegamento en una librería y decidí volver a mi infancia, en la cual había que ingeniárselas con lo poco que teníamos.
Hoy es diferente. Podríamos comprar cualquier barrilete hecho en China que los hay muy lindos. No me parece igual. Trataré de hacerlo y lo hice con paciencia y sorpresa de mi parte de que conservo bastante manualidad que fuera parte del trabajo con mi profesión de cirujano.
Con letras de color amarillo escribí OTI y OPA. Cuando lo vió por primera vez no le dió mayor importancia pero aprendió a decir barrilete del OPA (abuelo en alemán).
Estábamos de vacaciones en Pinamar. El tiempo feo, lluvia, vientos intensos, frío. No obstante ni bien paró, salimos a la playa a probar el prototipo. Con dificultad el viento impedía sacarlo del baúl, difícil sujetarlo sin que se rompa. Al fin lo sacamos ileso. La playa desolada el viento intenso.
OTI expectante, feliz. La playa y el viento le agradan, lo alegran. Al fin lo soltamos, rápidamente se elevó y allá fue arqueado por el viento rogando que no se rompa. Parecía una botella. OTI a mi lado teniendo conmigo el hilo y diciendo “e vede” el barrilete. Con dificultad lo bajamos, si no se lo llevaba el viento hacia el mar. Tiraba demasiado y al fin aterrizó con varias heridas en el papel.
Al día siguiente volví a la librería por más papel para repararlo. La empleada, quien me reconoció, me preguntó cómo nos fue. Le conté las vicisitudes y la emoción del nieto por lo que le hice. Le comenta a un señor que estaba a mi lado que yo con 87 años le hice un barrilete a mi nieto. Dirigiéndose a mi me dice: yo le compré un autito con control remoto. Me la dejó picando. Yo también puedo comprarlo, pero me parece mejor enseñarles a crear y crecer valorando lo simple y no en el consumismo donde sólo hace falta dinero y no imaginación.
Con varios parches y nuevas ataduras volvimos a la playa. Después de la lluvia y con intenso viento nos estaba esperando OTI contento. Unico barrilete en el cielo llamando la atención de unos pocos. Se me acercó una señora a preguntar qué significan las letras OTI (sobrenombre de OCTAVIO mi nieto) y OPA (abuelo en alemán).
Con una sonrisa se alejó oteando el barrilete, el cual de pronto se inclina, comienza a caer de costado y con dificultad y suerte lo recuperamos. Se había soltado uno de los tiros de la cola, por eso la inestabilidad. Nuevamente atadura, agregado de un trozo más de cola para compensar y arriba con fuerte viento. A esta altura ya soy experto en aerodinamia.
Nos aguardaba una gran sorpresa.
Nos acompañó un arco iris impresionante, rodeando al barrilete con un marco excepcional. Nos estaba esperando. El arco iris parece acompañar los más cálidos acontecimientos de mi vida. En esa zona, con ese cielo paradisíaco y el arco iris me asaltó un loco y súbito deseo de colgarme de él y chau. Qué esperar.
El cielo nos prestó esta emoción inimaginable, profunda hasta el llanto.
Que felicidad imborrable. Recuerdo el barrilete ondeando en el cielo, el arco iris detrás. OTI contento, a mi lado Karina sacando fotos para atestiguar este relato.
A nuestro regreso quedó el prototipo colgado de la pared de nuestra casa de la playa. Un amigo que lo vió dijo ¿cuántos parches? y sí … es un sobreviviente.
Y las manchas son de tu baba, no de mis lágrimas de felicidad !!!
19 de julio, 2020
Médico Cirujano General
del Hospital Pirovano
desde 1957
¿Qué hacer para sorprender a mi nieto que está creciendo rodeado de juguetes comprados de los más diversos y variados?.
Rememorando mi infancia a la cual me lleva él con sólo verlo, decidí hacerle un barrilete. Afloraron a mi mente recuerdos inolvidables: las cañas de algún vecino, papel de diario, hilo de alguna carpeta vieja tejida por la abuela con hilo macramé y como pegamento engrudo de harina y agua.
Se remontaba por la calle, las casas eran bajas. Reminiscencias que llevan a pensar en el barrilete para Octavio quien es chico todavía, cerca de los 2 años, pero mis tiempos son otros. Consideré deslumbrarlo con algo hecho por mí.
Conseguí las cañas indicadas que no alcanzaron, por eso lo hice hexagonal y de color verde. Una de las primeras palabras pronunciadas por OTI referidas al color. No se le escapaba nada de este color repitiendo con énfasis “e vede” y por ello elegí este color.
Compré el papel, el hilo y el pegamento en una librería y decidí volver a mi infancia, en la cual había que ingeniárselas con lo poco que teníamos.
Hoy es diferente. Podríamos comprar cualquier barrilete hecho en China que los hay muy lindos. No me parece igual. Trataré de hacerlo y lo hice con paciencia y sorpresa de mi parte de que conservo bastante manualidad que fuera parte del trabajo con mi profesión de cirujano.
Con letras de color amarillo escribí OTI y OPA. Cuando lo vió por primera vez no le dió mayor importancia pero aprendió a decir barrilete del OPA (abuelo en alemán).
Estábamos de vacaciones en Pinamar. El tiempo feo, lluvia, vientos intensos, frío. No obstante ni bien paró, salimos a la playa a probar el prototipo. Con dificultad el viento impedía sacarlo del baúl, difícil sujetarlo sin que se rompa. Al fin lo sacamos ileso. La playa desolada el viento intenso.
OTI expectante, feliz. La playa y el viento le agradan, lo alegran. Al fin lo soltamos, rápidamente se elevó y allá fue arqueado por el viento rogando que no se rompa. Parecía una botella. OTI a mi lado teniendo conmigo el hilo y diciendo “e vede” el barrilete. Con dificultad lo bajamos, si no se lo llevaba el viento hacia el mar. Tiraba demasiado y al fin aterrizó con varias heridas en el papel.
Al día siguiente volví a la librería por más papel para repararlo. La empleada, quien me reconoció, me preguntó cómo nos fue. Le conté las vicisitudes y la emoción del nieto por lo que le hice. Le comenta a un señor que estaba a mi lado que yo con 87 años le hice un barrilete a mi nieto. Dirigiéndose a mi me dice: yo le compré un autito con control remoto. Me la dejó picando. Yo también puedo comprarlo, pero me parece mejor enseñarles a crear y crecer valorando lo simple y no en el consumismo donde sólo hace falta dinero y no imaginación.
Con varios parches y nuevas ataduras volvimos a la playa. Después de la lluvia y con intenso viento nos estaba esperando OTI contento. Unico barrilete en el cielo llamando la atención de unos pocos. Se me acercó una señora a preguntar qué significan las letras OTI (sobrenombre de OCTAVIO mi nieto) y OPA (abuelo en alemán).
Con una sonrisa se alejó oteando el barrilete, el cual de pronto se inclina, comienza a caer de costado y con dificultad y suerte lo recuperamos. Se había soltado uno de los tiros de la cola, por eso la inestabilidad. Nuevamente atadura, agregado de un trozo más de cola para compensar y arriba con fuerte viento. A esta altura ya soy experto en aerodinamia.
Nos aguardaba una gran sorpresa.
Nos acompañó un arco iris impresionante, rodeando al barrilete con un marco excepcional. Nos estaba esperando. El arco iris parece acompañar los más cálidos acontecimientos de mi vida. En esa zona, con ese cielo paradisíaco y el arco iris me asaltó un loco y súbito deseo de colgarme de él y chau. Qué esperar.
El cielo nos prestó esta emoción inimaginable, profunda hasta el llanto.
Que felicidad imborrable. Recuerdo el barrilete ondeando en el cielo, el arco iris detrás. OTI contento, a mi lado Karina sacando fotos para atestiguar este relato.
A nuestro regreso quedó el prototipo colgado de la pared de nuestra casa de la playa. Un amigo que lo vió dijo ¿cuántos parches? y sí … es un sobreviviente.
Y las manchas son de tu baba, no de mis lágrimas de felicidad !!!
Pinamar, febrero 2020
Muy bello relato. Pura emoción y deseo de reflejarse en ese nieto, es la recreación de si mismo como niño. Y el valor del vínculo en el manejo de lo que el dinero no puede comprar.
ResponderBorrarMuy bueno el cuento .... si querés cañas al costado de
ResponderBorrarlas vías del ferrocarril en San Martín hay cañas .
Hermoso cuento.
ResponderBorrarComo me recuerda a mi niñez dónde remontabamos barriletes hechos con nuestras manos . Y luego le enviabamos cartitas por el hilo tratando de lograr que llegarán a destino.
Una maravilla. Felicitaciones
Hermoso. Me acuerdo de niño confeccionar los barriletes con mis manos y remontar los y enviarle cartas por el hilo . Lograr hacer llegar la carta era toda una proeza.
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