¿QUE HAREMOS CON LAS ROSAS? Artículo del Dr. Javier Vilosio
Médico. Magister en Economía y Ciencias Políticas
Tiempo de lectura: 5 minutos
Tiempo de reflexión: todo el tiempo que quieras
Voy a dedicar estas
líneas a compartir dos historias.
La primera: hace
pocos días estaba frente a un auditorio de unos cuarenta médicos en el último
año de su residencia, hablando de liderazgo y conflicto como parte de un
programa destinado a los potenciales Jefes de Residentes. Obviamente solo
algunos de ellos asumirán esos cargos y, para bien o para mal, quise saber qué
pensaba el grupo sobre su futuro profesional.
El silencio fue
abrumador. La incomodidad en la sala fue notoria.
Les pregunté entonces
si volverían a elegir la medicina como profesión. La respuesta, esta vez
enfática, fue una generalizada negativa.
Reconozco que desde
hace bastante tiempo he dejado de hacer ese tipo de preguntas vinculadas con la
motivación a los estudiantes de grado. Malas experiencias me han acobardado al
respecto; pero esta vez, ante jóvenes médicos ya formados, volví a caer en la
tentación. Y salí escaldado.
Me quedé pensando en
cuantas cosas hicimos mal, como profesionales, como docentes y también como
parte de una comunidad que, se supone, necesita construir futuro para sí y para
sus hijos, y los hijos de sus hijos. Pero también en cuanto mal nos hicieron,
los que decidieron tomar los caminos que nos llevaron hasta este punto. (Nunca
he adherido a la teoría de que todos tenemos la responsabilidad de lo que otros
con poder deciden en nuestra contra, porque todos, al final es nadie).
La segunda historia
es de hoy, domingo. Llegó a mis manos un artículo de Iona Heath y Víctor
Montori en el British Medical Journal: “Respondiendo a la crisis del cuidado”,
en el que básicamente, ellos desarrollan la idea de que la crisis del cuidado
sanitario puede entenderse desde dos perspectivas bien diversas.
Una, centrando la
problemática en las cuestiones de “organización, eficiencia, información, tecnología y escala”, para la cual la clave está en profundizar
el conocimiento biológico, completar detalladamente las nubes de datos, y
lograr mayor control y monitoreo de la fisiología. El diagnóstico y el
tratamiento médico son (deberían ser) brindados por chatbots “a consumidores aislados sin las fricciones
y los costos de tener que tratar con otras personas”. Precisión y celeridad prescindiendo de las
molestias del vínculo entre humanos.
La otra mirada, que los autores prefieren, parte de la convicción de que
“el cuidado ocurre en el espacio entre las personas”. Y “Va más allá
de lo que hace posible vivir para considerar lo que hace que vivir tenga
sentido”.
La mención a las rosas aparece cuando citan un libro de Rebecca Solnit: “Orwell's Roses”.
Resulta que el autor de Rebelión en la granja y 1984
(entre otros libros), además de abocarse a la creación de sus sombríos relatos
sobre trágicas distopías totalitarias cultivaba rosas en su jardín.
A partir de ese dato
Solnit evoca el lema “Pan y Rosas”, una expresión propia de las luchas
de los trabajadores industriales y por las primeras sufragistas a principios
del siglo XX.
El poema de James
Oppenheim, publicado en 1911 con ese título, dice:
“Mientras vamos
marchando, marchando, gran cantidad de mujeres muertas / van gritando a través
de nuestro canto su antiguo reclamo de pan; / sus espíritus fatigados no
conocieron el pequeño arte y el amor y la belleza / -¡Sí, es por el pan que
peleamos, pero también peleamos por rosas!”
Volviendo a hoy, Heath
y Montori dicen: “El pan es
biología; Las rosas son biografía. El pan es transaccional y tecnocrático; las
rosas son relacionales. El pan es ciencia; las rosas son cuidado, amabilidad y
amor.” Imposible aclararlo más.
(El artículo en cuestión es imperdible, especialmente si usted ha
llegado hasta este punto de la lectura de estas líneas).
Para comprender un poco mejor el tema consulté a un experto en inteligencia
artificial (IA) , el ChatGPT3, y me contestó: “…no puedo explicarte las
ventajas de la inteligencia artificial reemplazando la comunicación entre
personas, ya que no creo que haya ninguna ventaja en reemplazar la comunicación
humana con la tecnología…Además, la comunicación entre personas es mucho más
que la transmisión de información. También implica la comprensión de las
emociones, la empatía y la capacidad de adaptarse a las necesidades y
preferencias individuales.”
Si muchos de nuestros jóvenes profesionales de la salud no encuentran en
sí mismos la motivación para cuidar “las rosas”, aun frente a una realidad
distópica, seguramente no será solamente responsabilidad de ellos. Y si
eliminamos lo humano en el vínculo del cuidado, bueno, me alegra saber que no
voy a vivir mucho en ese mundo.
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