Murió pero está entre nosotros

 por Felisindo Rodríguez

Farmacéutico Industrial

Egresado de la Facultad de Farmacia y Bioquímica. Universidad de Buenos Aires

Ex Director Técnico y de Operaciones 

de un importante Laboratorio Medicinal de Argentina durante 39 años

publicado el 3 de agosto 2024


MURIÓ PERO ESTÁ ENTRE NOSOTROS

 La vida digital después de la muerte

En nuestra constante búsqueda de trascendencia, anhelamos dejar una huella significativa a lo largo de nuestras vidas. Esta búsqueda de legado se manifiesta en nuestro deseo de ser recordados por nuestros éxitos, nuestros valores, nuestras relaciones afectivas y nuestros descubrimientos.

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Buscamos, en última instancia, poder mirar atrás y sentir que nuestra vida tuvo un propósito: que nuestro paso por el mundo no fue en vano, que vivimos con intensidad, luchamos con determinación y experimentamos la plenitud, ya sea en la felicidad o en la adversidad. La búsqueda de un legado es, así, una parte esencial de lo que define nuestra existencia y le da valor.

Por otro lado, también deseamos que la vida de nuestras personas afectivamente cercanas -ya sean madres, padres, hijos, esposos, amantes o amigos- que llenan nuestras vidas de emociones, afectos y recuerdos, permanezca cerca durante mucho tiempo. 

La muerte, sin embargo, rompe esa expectativa y trunca ese deseo de permanencia. Después del dolor de la partida, nos quedan los recuerdos que lentamente se desvanecen: objetos, fotos y videos que nos hablan de lo que fue y que, a menudo, solo acentúan el dolor de la pérdida.

Desde tiempos antiguos, el ser humano ha buscado inmortalizar lo que ama. Desde la escultura y la pintura hasta la fotografía y el cine, hemos intentado conservar de alguna manera los recuerdos de aquello que amamos o admiramos. Basta con observar el rostro iluminado de unos padres viendo jugar a sus hijos pequeños en la playa para comprender cómo el recuerdo y la emoción están ligados a los sonidos y las imágenes, y cómo estos medios son únicos para transmitirlos en la actualidad.

Sin embargo, la aceleración tecnológica de nuestros tiempos está cambiando radicalmente esta dinámica. Las innovaciones en inteligencia artificial (IA) están transformando nuestra relación con la memoria y el legado. La IA, que se desarrolla a un ritmo vertiginoso, nos sorprende constantemente con avances que casi parecen salidos de la ciencia ficción.

A lo largo de la historia reciente, hemos visto intentos de conservar la esencia de una persona fallecida a través de videos y grabaciones que reflejan su vida. Aunque más sofisticado que un álbum de fotos, esto sigue siendo una representación bastante limitada. No obstante, las tecnologías emergentes prometen llevar esta idea a un nivel completamente nuevo.

Actualmente, las IA tienen la capacidad de procesar grandes cantidades de información, evaluar y relacionar imágenes, y manejar el lenguaje en múltiples idiomas. Pueden imitar voces con gran precisión y generar imágenes hiperrealistas. Estos avances nos permiten crear representaciones digitales muy fieles de una persona, basadas en fotos, audios, videos y otros datos personales.

Imaginemos un sistema que combina estas capacidades: si cargamos en él todas las fotos, audios, videos, trabajos y la historia personal de una persona fallecida, y si además generamos un video con características físicas y faciales exactas de esa persona, la IA podría asumir el rol de esa persona de manera convincente. Este "avatar digital" podría interactuar con nosotros, hablar con nuestras voces, y responder a nuestras preguntas, creando una experiencia tan real que podríamos dudar de su autenticidad.

Las implicaciones éticas y emocionales de estas tecnologías son profundas. Por un lado, podrían ofrecer consuelo y un sentido de cercanía con nuestros seres queridos que han partido. Por otro, plantean preguntas sobre la naturaleza de la identidad y la memoria, y cómo manejaremos la interacción con estos "residuos digitales" de quienes ya no están con nosotros.

La vida digital después de la muerte, entonces, se está convirtiendo en una nueva frontera en nuestra búsqueda de trascendencia, y la tecnología, una herramienta poderosa en este camino hacia la inmortalidad virtual.

La fe puede atenuar el dolor de la pérdida y otorgarle un sentido profundo, ofreciendo consuelo y esperanza en medio del sufrimiento. Sin embargo, la separación temporal sigue siendo una fuente de dolor, incluso para los más creyentes. En este contexto, surge la pregunta: ¿podrá la tecnología ofrecer un camino de consuelo mientras esperamos el encuentro final? En una era donde las fronteras entre lo digital y lo real se desdibujan, es posible que estas innovaciones proporcionen una forma de conexión que, aunque no sustituya la presencia física, nos ayude a encontrar paz y consuelo en la espera. 

La posibilidad de interactuar con las memorias digitales de nuestros seres queridos puede ser un recurso valioso, pero también plantea preguntas sobre la naturaleza del consuelo y la forma en que buscamos sanar nuestras heridas emocionales. En última instancia, solo el tiempo dirá cómo estas herramientas influirán en nuestra experiencia del duelo y la esperanza de reencuentro.

Referencias:

https://www.bluradio.com/tecnologia/inteligencia-artificial-y-la-comunicacion-con-los-muertos-una-herramienta-rodeada-de-dudas-cb20


Publicado en finitytime.blogspot.com el 2 de agosto de 2024





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