Devuelvan la copa de leche

Devuelvan la copa de leche

por Eduardo Rodas, Médico y Periodista Científico, 24 de noviembre de 2025 


En mi primera infancia cuando cursaba Primer Grado Inferior y Superior en una escuela pública del conurbano bonaerense, por entonces conocido simplemente como el Gran Buenos Aires, había pequeños rituales que marcaban el día escolar. Uno de ellos, acaso el más esperado, era la tradicional copa de leche. Mate cocido con leche y dos pancitos frescos, casi recién salidos del horno. Un gesto simple que, para nosotros, representaba un verdadero festín.

El reparto se hacía en el recreo largo. Las maestras vigilaban que cada uno recibiera lo que le correspondía, no por desconfianza sino por cuidado. Había reglas claras, explícitas, establecidas desde el inicio del año. Y en ese universo infantil, tan ordenado y tan noble, sabíamos que en fechas especiales - los actos patrios y el cierre del ciclo escolar - nos esperaba un lujo mayor: un alfajor. Pequeñas celebraciones que aún hoy guardo en la memoria como tesoros.

Si algún compañero necesitaba un pancito adicional, bastaba con pedirlo. Una vez que todos hubiéramos recibido lo nuestro, ese extra llegaba sin inconvenientes. Lo mismo ocurría con los alfajores. Pero si alguien tomaba un pan o un alfajor de más, debía devolverlo. No existía castigo ni sermón; simplemente había que cumplir con las reglas que todos conocíamos.

Rosario es una ciudad que quiero mucho. Allí tengo familiares muy apreciados, y conozco socios, simpatizantes e hinchas fervorosos del club que hoy, lamentablemente, se quedó con un pancito de más. Y eso duele. Porque no estaba estipulado así desde el comienzo del año. Porque había normas. Porque todos sabíamos cuáles eran. Y porque involucrar en esta entrega de la simbólica copa de leche a un jugador entrañable, Campeón del Mundo, lo hace aún más triste.

Por eso, sólo queda un gesto posible, sencillo y reparador: devuelvan la copa de leche con el pancito.

Y quizá algún día -cuando vuelvan las reglas, cuando vuelva la equidad- podrán disfrutar, como aquellos chicos de la escuela pública, de un merecido alfajor.


Tristeza


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