martes, 18 de agosto de 2020

¿COMO SE DIAGNOSTICA EL CORONAVIRUS?

 

Dr. Eduardo Rodas  

Médico. Periodista Científico

18 de agosto. 2020

 

El cuerpo humano convive permanentemente y desde épocas ancestrales con gérmenes, microorganismos, parásitos, hongos, bacterias y virus. Y genera defensas para que esa convivencia no se convierta siempre en enfermedad.

Se establece así un campo de lucha entre los gérmenes que entran y las células del cuerpo que están encargadas de defendernos y que se dirime en el campo de la inmunidad.

Creamos anticuerpos que nos defienden de los antígenos que nos atacan y cuando ese ataque se transforma en enfermedad hasta puede costarnos la vida.

Cuando hablamos de los virus nos referimos a los microorganismos más pequeños que nos pueden invadir. Tan pequeños que ni siquiera tienen vida. Utilizan parte de los mecanismos que nos da la vida para multiplicarse y así poder sobrevivir.

Es decir que el virus invade y penetra en nuestras células y utiliza el mecanismo reproductor de las células para multiplicarse y expandirse por todo el cuerpo humano.

Para prevenirnos de estas enfermedades que pueden provocar los virus, y también otros gérmenes, se han creado las vacunas.

Al aplicarnos una vacuna lo que ocurre es que se “simula” una enfermedad en nuestro cuerpo y por eso creamos las defensas necesarias y a ese proceso lo llamamos inmunidad. Vamos a tener las defensas preparadas para cuando el virus real nos ataque.

Estos procesos ocurren en elementos biológicos muy pequeños llamados ADN y ARN que son las siglas de dos ácidos: el acido desoxiribonucleico y el ácido ribonucleico.

Cuanto más intentemos explicar más palabras difíciles van a aparecer.

Por eso el valor de estos tres videos del Dr. Luis Montoliu licenciado y doctor en Ciencias Biológicas en la Universidad de Barcelona. Tuvo actividades postdoctorales en el Laboratorio del Profesor Günther Schütz en el Centro Alemán de Investigaciones sobre el Cáncer en Heidelberg, Alemania, y en el Laboratorio Profesor Fátima Bosch en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Que gente experta pueda explicar con esta simpleza es toda una virtud.

Los invito a ver los videos y estoy seguro que después se comprenderá mejor como funciona todo este apasionante mundo que ocurre en nosotros sin que siquiera estemos enterados.



¿Cómo diagnosticar coronavirus con la técnica RT-PCR? 

Duración: 6 minutos




¿Cuál es el origen de los sistemas CRISPR?

Duración: 14 minutos



¿Cómo las herramientas CRISPR sirven también para detectar y atacar al coronavirus?

Duración: 10 minutos



En el ADN hay cuatro nucleótidos o bases: adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T)

Estas bases forman siempre pares específcos: la A se une con la T y la G se une con la C

En el ARN el uracilo (U) reemplaza a la timina (T)

Estas cinco letras son el pilar fundamental para la vida y la transmisión de la herencia y es tan extraordinario que si hubiera sido hecho por un artista sería sencillamente maravilloso.

 

 



lunes, 3 de agosto de 2020

NI MAS NI MENOS CAMAS. LAS NECESARIAS.





por Eduardo Rodas - 3 de agosto 2020

Médico. Periodista Científico



En una pandemia rastrear los contactos, aislarlos y tomar las medidas de distanciamiento social básicas debería ser una política sanitaria sensata en cualquier país del mundo.

Dejar de lado el diagnóstico clínico no es conveniente. Quedar a la espera de los análisis complementarios que son escasos y que por su novedad no tienen la exactitud requerida y además arrojan resultados falsos positivos o falsos negativos entre la población lleva a diagnosticar con márgenes de error no deseables.

Y esta es una de las razones por las que las autoridades sanitarias de muchos países tomaron la política de aislar a todos los sanos con las consecuencias psíquicas, sociales y económicas que ello trae aparejado.

No cabe duda que rastrear los enfermos y los contactos en poblaciones de miles de millones personas es una tarea ciclópea. Y es ahí donde quedan al descubierto las falencias de casi todos los sistemas de atención de la salud del mundo.

Ni los sistemas públicos, ni los sistemas privados o mixtos e independientemente de su financiación, ni que dependan de

gobiernos democráticos, autoritarios, monárquicos, o con todas sus variantes y combinaciones, ninguno ha podido dar una respuesta rápida, ni eficiente ni eficaz.

Al igual de lo que sucede con la atención de las víctimas en masa, por ejemplo en las grandes catástrofes como terremotos, tsunamis, accidentes aéreos o de tren, derrumbes, etc. si no hemos pensado que pueden ocurrir no es posible que estemos preparados para la atención sanitaria de las víctimas.

Por eso se ha aprendido tanto de la medicina de guerra la cual a pesar de las desgraciadas circunstancias en que ocurre, ha permitido avances importantes en el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de muchas enfermedades. La estrategia y la táctica militar prevé cómo afrontar las desgracias sanitarias de una guerra.

La pandemia del Covid-19 fue declarada y tratada como una guerra por muchos países. Pero no tenían ni la táctica ni la estrategia para enfrentarla. Sencillamente porque no la habían previsto. A pesar que pocos meses antes hubo simulaciones en una importante universidad de los Estados Unidos realizada por más que importantes líderes mundiales donde plantearon un escenario de infección a nivel mundial por un virus que después desgraciadamente fue realidad.

Si las naciones del mundo hubieran tenido planes para otras patologías infecciosas quizás podrían haber reaccionado de otra manera. Para organizar la asistencia médica en el terreno se necesitan de todos los resortes del Estado y la actividad extramural de los hospitales es fundamental.Los responsables de la Salud Pública son los que deben estar a cargo del diseño, planeamiento, cumplimiento y control de esas estrategias.

¿Cómo llegar a cientos de miles o millones de personas en las grandes ciudades o a miles de personas en barrios carenciados y marginales si nunca lo hemos hecho antes? Y si lo hicimos fue realizado a destiempo, en forma no continuada y sin los recursos humanos y materiales necesarios.

Po lo menos tomemos esta desgraciada experiencia de vivir con una pandemia con la humildad necesaria para reconocer errores y rectificar rumbos. Y pensar de antemano en las cosas que pueden ser necesarias para cuando estos imprevistos ocurren.

Salir a decir que hay hospitales sin inaugurar es de una bajeza extraordinaria. En todo el mundo el número de camas de internación hospitalaria ha disminuido. Y esto tiene su razón de ser. Hace 50 años las embarazadas operadas de una cesárea abdominal estaban de 10 a 15 días internadas. Hoy no pasan de las 48 hs. Las operaciones de vesículas biliares también tenían post operatorios prolongados. Hoy gracias a la cirugía laparoscópica pueden estar en su casa el mismo día de la operación. Y así hay cientos de ejemplos más. La cirugía mínimamente invasiva, la cirugía laparoscópica y la cirugía robótica han disminuido dramáticamente los días de internación de los pacientes.

También hay ejemplos en todas las especialidades de la medicina. Un paciente tuberculoso hasta los años 50 del siglo pasado estaba internado por años. Con el advenimiento de los antibióticos y de las medicinas específicas para esa enfermedad el tratamiento lo realizan en sus domicilios. Así fue que grandes hospitales de tuberculosos fueron reciclados para ser hospitales generales porque ya no tenían razón de ser.

¿Y entonces qué hacer cuando, ante una pandemia por una enfermedad infectocontagiosa, necesitamos más camas? ¿Lo hemos pensado antes?




Parece que China lo había pensado.
En pocas horas construyó un hospital modular de 1.000 camas con todos los recursos humanos y materiales necesarios para enfrentar la pandemia. Pasada la misma, el hospital se desarma hasta que vuelva a ser necesario.

Ante cualquier gran catástrofe con una gran cantidad de enfermos graves la Terapia Intensiva se transforma en un recurso crítico e indispensable. Y una vez más los recursos humanos y materiales son imprescindibles.

Siempre decimos que los recursos materiales con dinero se consiguen. Pero cómo y dónde. Otra vez la industria bélica desgraciadamente puede aportarnos una solución. ¿Tiene sentido tener miles y miles de tanques de guerra o de respiradores de terapia intensiva guardados en galpones por si hacen falta ?. Sería una locura. El mantenimiento de todo ese material y la rápida obsolescencia que tendría de acuerdo a los avances tecnológicos hace a esta idea inviable.

Durante la Segunda Guerra Mundial las grandes fábricas de autos de los Estados Unidos (y también alguna en Argentina en la década de 1950) estaban preparadas, y de hecho lo hicieron, para reconvertirse rápidamente y fabricar tanques, jeeps y hasta aviones en la cantidad que fuera necesaria.

En la actual pandemia algunas fábricas comenzaron a fabricar respiradores para Terapia Intensiva pero sin estar preparadas previamente para ello.

El tema más difícil como en toda actividad es la preparación del recurso humano. Podemos tener miles de respiradores pero ¿quién los va a manejar?




Alguna idea se puede aportar. Los médicos llamados intensivistas que son quienes están al frente de las Terapias Intensivas en todo el mundo tienen una actividad sumamente estresante y desgastante, con responsabilidades que muchas veces superan todo lo imaginable.

Mal remunerados, con guardias de 24 horas ininterrumpidas y con escasez de recursos se transforma en una tarea agotadora solamente suplida por la gran vocación de estos profesionales. Y en ellos involucro al personal médico, de enfermería, auxiliar, kinesiólogos, de mantenimiento y en fin, a todos aquellos que hacen al gran mundo de las Terapias.

Qué mejor oportunidad nos puede dejar este COVID-19 para empezar a cambiar la historia. Nuestras leyes laborales dicen que a igual trabajo igual remuneración. ¿Pero es igual el trabajo del personal de salud en una Terapia Intensiva que en un consultorio médico que atiende de 8 a 12 hs y de 14 a 20 hs.? Rotundamente no. Empecemos por diferenciar las remuneraciones de quienes tienen tareas y capacidades diferentes y muy específicas y que muy pocas personas están dispuestas a realizar.

¿Y cómo preparar ese recurso humano que tiene que estar dispuesto y preparado para trabajar en una catástrofe sanitaria y luego hibernar hasta que vuelvan a ser solicitados? Simplemente rotándolos en sus tareas. Disminuyendo las guardias a 12 hs ya duplicamos la necesidad de profesionales de Terapia Intensiva. Y en caso de una catástrofe volviendo a la guardia de 24 hs tenemos automáticamente el doble de recursos. En Alemania la mayoría de los centros sanitarios importantes tienen turnos de Guardia de 6 horas en las Terapias Intensivas.

Agregado a esto formar más especialistas intensivistas y permitir que se roten con los profesionales en actividad. Años sabáticos de 6 meses, por ejemplo, cumpliendo las funciones de clínicos o cardiólogos que perfectamente la pueden realizar. Una vez más y apelando a la desgraciada comparación militar, tener la reserva preparada para cuando deban actuar. Ya quedó comprobado que gran parte del personal de la primera línea de atención en las Terapias fue contagiado y hasta ofrendaron sus vidas en cumplimiento de su vocación y del Juramento Hipocrático que dignifica nuestra profesión desde hace mas de 2.000 años.




 

domingo, 19 de julio de 2020

EL BARRILETE VEDE

Por el Dr. Jorge Iza
19 de julio, 2020
Médico Cirujano General
del Hospital Pirovano
desde 1957


¿Qué hacer para sorprender a mi nieto que está creciendo rodeado de juguetes comprados de los más diversos y variados?.

Rememorando mi infancia a la cual me lleva él con sólo verlo, decidí hacerle un barrilete. Afloraron a mi mente recuerdos inolvidables: las cañas de algún vecino, papel de diario, hilo de alguna carpeta vieja tejida por la abuela con hilo macramé y como pegamento engrudo de harina y agua.
Se remontaba por la calle, las casas eran bajas. Reminiscencias que llevan a pensar en el barrilete para Octavio quien es chico todavía, cerca de los
2 años, pero mis tiempos son otros. Consideré deslumbrarlo con algo hecho por mí.

Conseguí las cañas indicadas que no alcanzaron, por eso lo hice hexagonal y de color verde. Una de las primeras palabras pronunciadas por OTI referidas al color. No se le escapaba nada de este color repitiendo con énfasis “e vede” y por ello elegí este color.

Compré el papel, el hilo y el pegamento en una librería y decidí volver a mi infancia, en la cual había que ingeniárselas con lo poco que teníamos.

Hoy es diferente. Podríamos comprar cualquier barrilete hecho en China que los hay muy lindos. No me parece igual. Trataré de hacerlo y lo hice con paciencia y sorpresa de mi parte de que conservo bastante manualidad que fuera parte del trabajo con mi profesión de cirujano.

Con letras de color amarillo escribí OTI y OPA. Cuando lo vió por primera vez no le dió mayor importancia pero aprendió a decir barrilete del OPA (abuelo en alemán).


 
Estábamos de vacaciones en Pinamar. El tiempo feo, lluvia, vientos intensos, frío. No obstante ni bien paró, salimos a la playa a probar el prototipo. Con dificultad el viento impedía sacarlo del baúl, difícil sujetarlo sin que se rompa. Al fin lo sacamos ileso. La playa desolada el viento intenso.

OTI expectante, feliz. La playa y el viento le agradan, lo alegran. Al fin lo soltamos, rápidamente se elevó y allá fue arqueado por el viento rogando que no se rompa. Parecía una botella. OTI a mi lado teniendo conmigo el hilo y diciendo “e vede” el barrilete. Con dificultad lo bajamos, si no se lo llevaba el viento hacia el mar. Tiraba demasiado y al fin aterrizó con varias heridas en el papel.

Al día siguiente volví a la librería por más papel para repararlo. La empleada, quien me reconoció, me preguntó cómo nos fue. Le conté las vicisitudes y la emoción del nieto por lo que le hice. Le comenta a un señor que estaba a mi lado que yo con 87 años le hice un barrilete a mi nieto. Dirigiéndose a mi me dice: yo le compré un autito con control remoto. Me la dejó picando. Yo también puedo comprarlo, pero me parece mejor enseñarles a crear y crecer valorando lo simple y no en el consumismo donde sólo hace falta dinero y no imaginación.

Con varios parches y nuevas ataduras volvimos a la playa. Después de la lluvia y con intenso viento nos estaba esperando OTI contento. Unico barrilete en el cielo llamando la atención de unos pocos. Se me acercó una señora a preguntar qué significan las letras OTI (sobrenombre de OCTAVIO mi nieto) y OPA (abuelo en alemán).
Con una sonrisa se alejó oteando el barrilete, el cual de pronto se inclina, comienza a caer de costado y con dificultad y suerte lo recuperamos. Se había soltado uno de los tiros de la cola, por eso la inestabilidad. Nuevamente atadura, agregado de un trozo más de cola para compensar y arriba con fuerte viento. A esta altura ya soy experto en aerodinamia.

Nos aguardaba una gran sorpresa.

Nos acompañó un arco iris impresionante, rodeando al barrilete con un marco excepcional. Nos estaba esperando. El arco iris parece acompañar los más cálidos acontecimientos de mi vida. En esa zona, con ese cielo paradisíaco y el arco iris me asaltó un loco y súbito
deseo de colgarme de él y chau. Qué esperar.

El cielo nos prestó esta emoción inimaginable, profunda hasta el llanto.

Que felicidad imborrable. Recuerdo el barrilete ondeando en el cielo, el arco iris detrás. OTI contento, a mi lado Karina sacando fotos para atestiguar este relato.

A nuestro regreso quedó el prototipo colgado de la pared de nuestra casa de la playa. Un amigo que lo vió dijo ¿cuántos parches? y sí … es un sobreviviente.

Y las manchas son de tu baba, no de mis lágrimas de felicidad !!!


Pinamar, febrero 2020














lunes, 13 de julio de 2020

EL TEMOR A LOS ESPEJOS. Artículo del Dr. Javier Vilosio

 por el Dr. Javier O. Vilosio – 6 de julio 2020

  Médico. Máster en Economía y Ciencias Políticas

 

La pandemia es una crisis social y política desencadenada, claro, a partir de un fenómeno biológico. Una crisis que, como otras, pero con una escala fenomenal, nos obliga a atender unos problemas enormemente complejos, que, en general, preferíamos ignorar.

Así como un virus no tiene intenciones, ni maldad; la pandemia no tiene virtudes, ni voluntad. (Ni el cuidado de la salud es una guerra). Pero esta crisis nos enfrenta en forma acuciante, y desde varios puntos de vista, con al menos tres tipos de problemas esperables, y una condición verdaderamente novedosa.

Los problemas son: la certeza de la incertidumbre (un temor que habitualmente preferimos no enfrentar), las condiciones que ya conocíamos y nunca resolvimos (lo que guardamos debajo de la alfombra), y las promesas hechas que no se podían cumplir (¿un costo de la política?).

¿Y qué hay de nuevo?: lo que no estuvo presente en anteriores pandemias que atravesó la humanidad es la existencia de las redes sociales y el impacto fenomenal que tienen en la población, catalizando y amplificando en magnitudes extraordinarias y con gran velocidad las tribulaciones de una sociedad “líquida”1, enfrentada a un escenario en el que se juegan variables muy complejas que, además, la política necesita simplificar.

No conocíamos, claro, las peculiaridades del SARS-CoV-2 ni la epidemiología y la clínica de la COVID-19.

Pero frente a tal desconocimiento sí sabíamos que en la ciencia no hay certeza, y que toda verdad científica es refutable. Sin embargo, abundan los discursos de expertos que afirman sus verdades con vocación profética o militante. Incluyendo a profesionales de la salud que vaticinan la muerte para los infieles a su credo. Algo que hasta ahora solo considerábamos propio de la política.

También sabíamos que, al decir de George Box2En esencia, todos los modelos están equivocados, pero algunos son útiles”, pero muchos expertos y opinadores se han aferrado a sus cuentas y proyecciones, transmitiendo la impresión de que los números son lo central, cuando lo que sucede más allá de las hojas de cálculo y las presentaciones es una crisis económica y social de magnitudes enormes, en un país donde estas dos variables ya venían muy afectadas. Pero tenemos más expertos en infectología dispuestos a opinar en los medios, que instituciones en condiciones de dar una respuesta social efectiva. El reduccionismo puede ser un pecado de ignorancia, pero también de soberbia.

Desde hace décadas venimos hablando de los determinantes sociales de la salud, pero el hecho de que para quedarse en casa hay que tener casa estalla entre nosotros, disruptivo, cuando se hace evidente que la infección se replica más y probablemente el pronóstico es peor, entre quienes peor viven. Pero no podemos sorprendernos por eso.

(De paso, si hubiéramos tenido verdaderamente presente la cuestión de los determinantes, que hace años venimos repitiendo en las clases, quizás se hubiera podido evitar a la sociedad la disyuntiva falaz y amenazante entre salud o economía).

Sabíamos, también, que el sistema desalienta o ignora la formación de capital humano en determinadas áreas. No hicimos nada útil, ¡durante décadas!, para tener enfermeras y enfermeros en cantidad y calidad adecuada, no para la pandemia, sino para obtener niveles mínimos de calidad en nuestros servicios sanitarios.  Así que ahora es más fácil hacer prestidigitación con los números de camas y respiradores que enfrentar la simple realidad de que los objetos inanimados no funcionan sin personal capacitado y motivado: enfermeros, médicos, terapistas respiratorios; mayormente desalentados durante años a elegir especialidades con altos niveles de riesgo profesional y burn out, por las condiciones laborales habituales (remuneraciones y condiciones laborales, fundamentalmente). Pero también médicos de familia y especialistas en atención primaria -que, como lo hemos dicho ya tantas otras veces- sigue siendo una promesa incumplida en la salud pública argentina.

Ahora que se promociona tanto que el sistema de salud debe ir donde la gente vive, podemos hacer dos afirmaciones con bastante certeza: si el sistema tiene que ir, es porque no fue antes, al menos en una forma adecuada; y que la prédica de décadas sobre la importancia de los equipos multidisciplinarios en Salud comunitaria no fue mucho más allá del discurso.

Ojalá en un tiempo más podamos tener resultados de estudios sobre exceso de mortalidad. Podrá haber sorpresas. Pero ya sabemos un par de cosas sobre abandonar la atención de las patologías prevalentes, en un contexto de empeoramiento de las condiciones sociales; y también de las consecuencias del riesgo moral sobre la utilización de servicios, en un sistema de salud desarticulado, inequitativo y poco eficiente.

Está por verse cuánto de la imagen de nosotros mismos y nuestro sistema de salud que nos devuelve la pandemia, motivará cambios significativos en el sistema de Salud.   

Después de todo, hasta Borges se preguntaba: “Hoy, al cabo de tantos y perplejos / años de errar bajo la varia luna, / me pregunto qué azar de la fortuna / hizo que yo temiera los espejos3.

 

1 Modernidad líquida es un término introducido por Zigmund Bauman (1925-2017) en referencia a la disolución contemporánea de valores, guías y estructuras sociales, antes rígidas.

2 George Edward Pelham Box (1919-2013) estadístico, británico.

3 Fragmento de Los Espejos, poema de Jorge Luis Borges

 

 

 

 

 

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